El Camino a la Escuela - Cristina Navarro
EL CAMINO A LA ESCUELA
Por: Cristina Navarro
Era un viaje muy largo como de unas 10 horas y Lili sólo pensaba en sus amigos que quedaron en su país natal, su escuela, su casa, sus primos, sus abuelos, todo eso quedaba ahora en el pasado ya que se iría a vivir a otro país donde no conocería a nadie, donde no hablaban su idioma donde asistiría a una escuela nueva.
- Liliana, ¿estás bien? -, le preguntó sonriente su padre, mientras la azafata ya pasaba por las filas de asientos repartiendo la comida.
Lili no tenía muchas ganas de comer, no tenía ganas de estar en ese avión rumbo a quien sabe dónde, donde le esperaba una vida quien sabe cómo, pero le sonrió a su padre para que él no se sintiera preocupado. Arribaron en horas de la noche y la pequeña Lili se sentía muy cansada y algo molesta del estómago, pronto fueron por pasillos, filas, ventanillas, gente yendo y viniendo, que sellar el pasaporte, que presentar documentos que habían llenado en el avión, que salir por esta puerta, entrar en esta otra, que el equipaje, miles de maletas dando vueltas y vueltas y nada que salía la suya… ¡ahí está, al fin!
Se fueron a tomar un tren que los llevaría a una estación al centro de la ciudad, ahí mismo en el aeropuerto estaba el tren, luego el metro que es otro tren, y además un tercero, pero este si tenía un trayecto mucho más largo. Cuando por fin los trenes se acabaron, ahí estaba esperándolos su madre que fue rápidamente a abrazar a la pequeña Lili, no la había visto en dos semanas, pero para aquella mujer era como si no hubiese visto a su hija en años, se le veían las lágrimas mientras abrazaba a su familia, pero la niña sólo quería una cama donde dormir, no era muy consiente de donde estaba, ni de que ya estaba al otro lado del mundo.
Al día siguiente, era viernes y el lunes iniciaría clases en la escuela, así que ese día se dedicaron a caminar un poco por la ciudad, fueron a comprar el uniforme de la escuela y algunas cosas que necesitaría. Aun Lili no comprendía muy bien porque estaban ahí, porque había dejado su casa en Costa Rica, su bosquecito con monos que de vez en cuando se asomaban por la ventana, también hay ardillas y miles de pájaros, aquel lugar era frío y había hojas rojas, amarillas, café por todos lados y era sólo una ciudad gris, aunque si reconocía que había edificios hermosos que parecían antiguos.
Ya tenían lo necesario para iniciar el lunes y ese fin de semana se instalaron en un apartamento a 200 metros del mar, desde donde lo veían cambiar de color con las mareas. Lili siempre amaba la playa, pero esa playa era distinta a las de Costa Rica, el agua era fría, había muchas rocas y algas oscuras que con el vaivén de las olas parecían espectros que le levantaban de la tumba, simplemente no daban ganas de bañarse ahí.
Llegó el lunes y ese día, el padre fue a dejar a la niña a la escuela, para él era cuestión de dejarla y despedirse como siempre, pero la pequeña Lili estaba aterrada, no conocía a nadie y esa escuela era inmensa, nadie hablaba su idioma, todos eran unos extraños. Ya había iniciado el curso lectivo hacía un mes y ella debía iniciar sétimo año porque en ese país los que tienen 11 años inician la secundaria. Mrs. Jones, recibió a la niña con una gran sonrisa y le mostró la escuela donde estaban los baños, el comedor. Llegaron a la que sería su clase y todos la volvieron a ver, lo cual puso a Lili muy nerviosa, pero la señora Jones le aseguró que todo estaría bien, le pidieron que se presentara y luego le indicaron donde debía sentarse.
La clase siguió normalmente y aunque Lili había estudiado algo de inglés por supuesto no era tanto como para entender a la perfección todo lo que decían, sólo algunas palabras, tenía sólo una vaga idea de lo que se hablaba, pero eso no fue nada comparado a la clase de galés, ahí sí que era cierto que no tenía ni idea de lo que hablaban.
Ese día terminó al fin, Lili esperaba a su padre para volver a casa, pero él tardaba un poco así que le indicaron que esperara en la recepción de la escuela, ahí había otra niña de un pelo rojizo intenso, ojos azul profundo, piel muy pálida y pecosa, ella sonrió a Lili y empezaron a hablar, su nombre era Marie y ella debía esperar a su madre ya que trabajaba en la escuela.
Marie estaba en el mismo nivel que Lili sólo que en otro grupo, ella se fue la primera amiga que logró hacer en aquella escuela. Los días siguientes fueron buenos y malos, buenos porque lograba comprender cada día más lo que se hablaba en clase, especialmente la clase de historia era la favorita de Lili, ya que al profesor le gustaba hacer dramatizaciones, usaba un atuendo medieval y tenía escudos, espadas de madera y contaba la historia dramatizando la invasión de los vikingos y los normandos a Gran Bretaña, pero hacía chistes muy graciosos al respecto.
Entre las cosas malas que pasaron estaba la cuestión de ser de otro país, cuando le preguntaban a Lili de donde era, ella decía con orgullo Costa Rica, pero los demás decían - ¿Colombia?, ¿Puerto Rico?, ¿este lugar queda en España?, ¿Es en México? Parecía que nadie, ni siquiera los adultos tenía idea de donde quedaba Costa Rica, ni siquiera sabían que existía. Pronto la niña se cansó de tratar de explicar donde quedaba su país y cuando le decían que si era México decía - sí, sí-; que si era en España, - sí, sí, es en España-. Sin embargo, de uno de los headmasters o directores de la escuela que era muy amable con Lili y la saludaba en español con un: - Buenos días ¿cómo estás? -, él había viajado a Costa Rica con su familia y le mostró una moneda tica que había guardado de su viaje.
Un grupo de chicos empezaron a molestar a Lili, cuando ella pasaba decían: ¡México, México! y aunque tal vez no lo hacían con mala intención a ella le mortificaba mucho y pronto ya no quería volver a la escuela. Ella les dijo a sus padres lo que sucedía, pero ellos sólo le dijeron que los ignorara, pero eso no era algo sencillo de hacer.
En el camino a la escuela, Lili tomaba un bus y luego debía cruzar una parte de bosque, siguiendo un caminito que estaba cubierto de hojas, ya su padre no la acompañaba así que caminaba por aquel bosque sola, esa parte le gustaba mucho porque le recordaba un poco a Costa Rica, aunque los árboles y los animales era por supuesto diferentes.
Un día estaba especialmente triste de tener que ir a la escuela, ya sabía que durante los recreos y la hora de almuerzo debía soportar los constantes: “México, México”. Iba pensativa por el camino del bosque, cuando vio cruzar por el camino algo que le pareció una persona que parecía esconderse de ella, la niña no sabía qué hacer si devolverse o correr a la escuela. Escuchó de repente una flauta, tocaba una melodía que era como una música celta, y descubrió quién tocaba la pequeña flauta, era un joven tan pelirrojo y blanco como Marie, tenía ojos verdes y pecas, ropa antigua, una especie de boina y estaba descalzo. Lili ya iba a huir de él, pero él le habló en español con un acento gracioso, pero ella le podía entender perfectamente.
- ¡Lili!, no tengas miedo, no vengo a hacerte daño.
La niña se sorprendió de que ese extraño sabía su nombre y que le hablaba en español.
- ¿Cómo sabes mi nombre? – respondió ella con duda
- Yo conozco muchas cosas… soy un elemental, un espíritu de aire…
- ¿Elemental? ¿Qué es eso? –, de pronto la niña, notó que podía ver a través de aquel hombre por lo que sintió más miedo, pero había algo en él que le parecía que no iba a hacerle daño.
- ¿No sabes lo que es un elemental? Los elementales somos espíritus de la naturaleza, creados por la energía de nuestro planeta que es nuestro hogar, yo soy un espíritu del aire, guardián del bosque y hago resoplar el viento a través de las copas de los árboles con mi flauta. Conozco tu pequeño país, Costa Rica, se dónde está entre dos mares y lo cruza una cadena de montañas, sé que extrañas su calor y tu hogar, pero estarás bien acá, si estás aquí es por algo, nada pasa por casualidad…
En ese instante una lágrima tímida se asomaba por el ojo de Lili, no sabía que pensar todo era muy extraño…
- Lili, tal vez piensas que estas sola y que eres la única extraña en esta escuela, pero si miras con atención descubrirás que posiblemente hay más personas que se sienten igual que tú, se sienten solas y extrañas… tal vez por eso estas aquí para que ya no se sientan solas…
Tan inexplicablemente como apareció, se esfumó entre las hojas que se levantaban con el viento que resopló fuertemente y cuando las hojas cayeron al suelo, ya el extraño ser no estaba frente a ella. Lili miró a todas direcciones y no había nadie, así que se alejó de aquel lugar lo más rápido que pudo y llegó a la escuela, era aún muy temprano y fue al baño a mojarse un poco la cara para ver si es que había soñado todo.
Estaba en el baño, usando el lavatorio cuando escuchó a alguien llorar. Lili se quedó pensando que hacer, si debía irse o hacer como si nada pasara, pero en eso la puerta de uno de los baños se abrió y salió una jovencita de su edad, a quien ya había visto en algunas ocasiones. Ella era musulmana por lo que usaba un hiyab, que es una especie de pañoleta que cubre su cabeza excepto su cara y apenas salió se quitó el hiyab, molesta, se puso a peinarse y maquillarse.
- Ammm, ¿estás bien? – preguntó tímidamente Lili.
La otra niña sólo la miró severamente y le respondió – sí, no es nada -, y siguió alisándose su cabello con una plancha de pelo.
- Aamm, mi nombre es Lili y tú ¿cómo te llamas? Nuevamente la otra niña la miró, pero más relajada. - Me llamo Kalila.
- Mucho gusto Kalila, bueno pues… nos vemos – dijo Lili y salió del baño para ir a su clase.
Ese día en el comedor, Lili estaba sentada con Marie y Kalila se acercó a ellas.
- ¿Puedo sentarme aquí con ustedes?
- ¡Si por supuesto!, respondió Lili.
Para ellas era un poco extraño que Kalila quisiera sentarse junto con ellas, porque en la escuela había grupos para todo, los musulmanes se relacionaban sólo entre ellos, los de la India andaban juntos, los asiáticos igual y así. Tiempo atrás, Lili se preguntaba a qué grupo pertenecería, no había nadie de Latinoamérica a excepción de una muchacha colombiana, pero estaba en los grados superiores y no se relacionaría con chicas de primer año de secundaria, también había dos hijos de españoles con los que podía hablar en español, pero pronto descubrió que no tenía muchas cosas en común con ellos y se reían de ella por las palabras que usaba. Marie era la única que no le importaba en nada que fueran de diferentes países, además ella también sufría algo de bullying, por ser “ginger” o sea peliroja. Lili no entendía cómo era posible que Marie fuera discriminada en su propio país sólo por su color de pelo, eso era absurdo, pero en aquel país tenía la idea de que los “gingers” son tontos o campesinos.
Kalila rápidamente hizo amistad con Lili y Marie, pero especialmente con Lili y después de un tiempo ella le contó a Lili porque estaba llorando en el baño, resulta ser que Kalila sentía que no encajaba en ningún lado, unos la señalaban por ser musulmana y los musulmanes la rechazaban porque ella odiaba usar el hiyab y le gustaba maquillarse, algo que evidentemente estaba mal visto en su cultura y religión. Efectivamente Kalila era muy diferente a las otras niñas musulmanas, le gustaba la moda y le gustaba reír a carcajadas, le gustaba bailar y expresarse libremente, tenía un carácter fuerte, pero sólo podía hacer todo eso dentro del colegio, al salir de la escuela la esperaba su estricto padre para llevarla a casa, por lo que debía ponerse nuevamente el hiyab y quitarse el maquillaje o tendría problemas en casa.
Habían pasado los días y en la escuela se hizo una asamblea donde los directores daban anuncios frente a todos, ese día les entregaron premios a los mejores promedios por nivel, en el nivel de sétimo llamaron a una joven hindú llamada Nahali, pero cuando le entregaban el premio Lili notó que Nahali agachaba su cabeza con vergüenza, era obvio que aquello le incomodaba sobre todo delante de los presentes.
Ese día en matemática ubicaron a los estudiantes en grupos de acuerdo con su nivel de dificultad, para sorpresa de Lili, ella estaba en el nivel de los que tenían mejores notas en matemática y se dio cuenta que en esa clase estaba Nahali, quien se mantenía seria con su miraba en un libro que leía con sus anteojos y sus redondos ojos café. Ella casi no hablaba con nadie, pero Lili se acercó a ella, la saludó y felicitó por su premio. Nahali la vio y le sonrió un instante, pero se volvió a seguir leyendo. Los días pasaron y en las clases de matemática Nahali se sentaba al lado de Lili, lo que las hizo sentir cada vez más confianza. Hasta que un día durante el almuerzo Nahali fue a sentarse con Marie, Lili y Kalila, no quería sentarse más con los hindúes que la molestaban por tener notas sobresalientes en todo.
Así el grupo de amigos se fue haciendo cada vez más grande cuando Madelaine se unió, era amiga de Marie en la primaria y después se hizo amiga de los demás, ella era un poco gordita y la molestaban por eso, luego se unió Abayan, un chico de padres filipinos que no quería andar con los otros asiáticos porque no le gustaban las mismas cosas, no tenía nada en común con ellos, no quería jugar futbol, y lo trataban como “mujercita”, así que encontró en ese grupo de chicas un lugar donde podía ser él mismo. Tiempo después se sumaron al grupo, James al que molestaban por ser escocés, Sioned a quién “las populares” habían sacado de su grupo, porque a ella no le gustaba ser grosera con la gente como ellas lo eran.
Lili se sentía más que a gusto ahora en la escuela, entendía perfectamente el idioma, tenía un grupo de amigos que la querían y la aceptaban. Ya no se sentía sola y pasaban un rato agradable cuando estaban juntos en su rincón de siempre, los demás los respetaban y no se metían con ellos.
Pasaron los días y una mañana Lili cruzaba nuevamente el bosque, oyó nuevamente una música extraña pero esta vez la música era como china, por lo menos eso fue lo que pensó Lili. Se desvió por un sendero para seguir la fuente de la música y llegó a un claro donde encontró a una hermosa mujer que parecía una princesa china, con un hermoso traje rojo bordado de flores de colores. Ella estaba sentada en una piedra tocando un instrumento musical el cual, Lili reconocía que se tocaba con un palo con una cuerda que se parece al que se usa para tocar el violín, pero el resto era muy distinto, estaba en su mente preguntándose qué era ese instrumento cuando de repente la princesa china le respondió.
- Es un Erhu. ¿te gusta cómo sueña? – Le dijo la princesa en español, pero con un acento chino.
- Sí, tiene un sonido que se mete en el alma – dijo Lili
- ¡Así es Lili!
Cuando la princesa dijo su nombre, Lili entendió que era otro espíritu, y se percató que al igual que el anterior podía ver a través de ella.
- ¿Eres un elemental? - Si querida, soy un espíritu de la naturaleza, guardián del fuego. Puedo llamar al fuego con mi Erhu y hacer que consuma todo con su fuerza o se extinga en su debilidad.
- ¿Eres mala? El fuego es malo, destruye las cosas…
- El fuego no es malo ni bueno, sólo es una fuerza de la naturaleza como otras, el agua también puede presentarse en su forma destructiva, así como el viento en forma de huracán, o la tierra en forma de terraplén. El fuego a veces destruye para que otras cosas nuevas surjan, como tu estando aquí en este país…
- ¿cómo? ¿Qué tiene que ver el fuego con que yo esté aquí?
- Verás, el fuego no solamente es lo que tú conoces, también es la calidez del alma que transforma el dolor en algo bueno…
- Aun no lo entiendo, ¿qué tiene que ver eso conmigo?
- ¡Ya lo entenderás!
De repente se alzó una llamarada de fuego azul y la princesa desapareció así como el fuego, ya no había nada en la piedra.
Ese día Sioned llegó muy triste a la escuela, les dijo a Lili y a Marie que quería morir porque sentía que nadie la quería, quería irse a vivir a escocia con su abuelita porque pensaba que sus padres no la querían, sus padres se habían separado, su madre se la pasaba trabajando y su padre se había casado y tenía una bebé con su nueva esposa. Sioned sentía que nadie la quería, ni sus padres, ni nadie en la escuela, sólo su abuelita allá en Escocia. Las chicas no sabían que hacer para hacer sentir mejor a su amiga, pero ella se puso extraña y se alejó de ellas.
Días después era el cumpleaños de Lili, quién ya todos conocían y apreciaban porque era muy amable y simpática. Se corrió la noticia de que ella cumplía años y empezaron a darle regalos como dulces, un paquete de papas tostadas, chocolates y cosas por el estilo, así que las chicas y los chicos del grupo se sentaron en círculo, iban a compartir todo lo que le habían regalado a Lili, pero pronto ella tuvo una idea, y empezaron a repartir los dulces a cambio de una firma, recogieron firmas de estudiantes, de profesores, de la recepción, etc. Lili escribió una petición para que Sioned no se fuera a Escocia porque las personas que firmaban la querían. Ya tenían bastantes firmas y fueron a buscar a Sioned para dárselo la encontraron en los lockers y le dieron la petición y las hojas adicionadas con a las firmas.
- ¿Qué es esto? – dijo con seriedad Sioned.
- Es una petición firmada por muchos en la escuela para que no te vayas a Escocia…- dijo
Marie Sioned tapó su boca con su mano y se puso a llorar, no podía creer lo que sus amigas habían hecho.
- ¿y quién es este? ¿y quién es este otro? – preguntó Sioned que no conocía a la mayoría de los que habían firmado.
- ¡Yo no sé, pero te quieren! – dijo Lili con entusiasmo.
Desde ese entonces Sioned volvió a ser amiga de todos en el grupo y dejó de dudar de ser querida en la escuela y en su casa, pasó un fin de semana maravilloso en casa con su padre, la esposa de él y su nueva hermanita y cuando volvió a casa su madre la abrazó fuertemente y le dijo que la había extrañado mucho.
Después de unos meses, los días se hicieron más cortos, el sol salía más tarde y se ocultaba temprano y la nieve de la madrugada ya empezaba a cubrir todo. Lili empezó a extrañar mucho a sus abuelos y sus primos en Costa Rica, ya se acercaba la Navidad y sabía que no iba a poder pasar la navidad con ellos. Todos los años su abuela hacía tamales y para la cena de navidad hacia arroz con pollo con aceitunas y pasas, era riquísimo era una receta especial de ella, no conocía a nadie más que hiciera el arroz con pollo así. Ese año sólo estaría con sus padres y cómo no tenían mucho dinero no iban a comprar decoración para navidad, ni árbol, ni nada.
Ese día como siempre caminaba por el trillo del bosque, pensando en sus primos que estarían reunidos en navidad y las lágrimas rodaron por sus mejillas. En ese instante oyó un retumbo de tambor que resonaba como un latido de corazón. Ella se hizo paso entre las malezas y descubrió a un hombre que parecía príncipe africano, sentado en un tronco de árbol caído tocaba el tambor con los ojos cerrados como sintiendo la música de aquel tambor. Él era gallardo, alto y tenía su cuerpo decorado con símbolos que parecían de alguna tribu, no tenía camisa y estaba descalzo, sólo usaba un atuendo que envolvía parte de su cuerpo además de unos collares y brazaletes en el brazo, pero parecía no tener frío como ella.
Apenas ella se acercó él la miró con severidad en un inició y no habló solo se detuvo. Él se puso de pie y se acercó a ella sin decir nada y le limpio sus lágrimas con su mano cálida y negra.
- ¿Quién eres?... eres un elemental ¿verdad?
En ese instante el hombre mostró sus dientes blancos en una hermosa sonrisa.
- Si pequeña Lili, ya no llores más.
- ¿Y de que eres guardián? Todos son guardianes de algo ¿y porque son de diferentes lugares del mundo…?
- Yo soy un espíritu de la tierra, esa que nos ve nacer, que nos acoge en su seno cuando morimos porque todos regresamos a la tierra siempre. – dijo él mientras tomaba un poco de tierra del suelo y lo pone en la mano de la niña.
– Todos somos una sola familia y la tierra es nuestra madre, nos alimenta a todos, a las plantas a los animales…todos somos hermanos, hijos, primos, todos. Los espíritus de la naturaleza no somos de ningún lugar y andamos por todos lados haciendo lo que nos corresponde hacer, yo hago que las plantas tomen el alimento del suelo con mi tambor.
- Pero… ¿por qué parecen ser de diferentes culturas y lugares? - No es así, son los humanos los que se parecen a nosotros, porque también estamos dentro de las personas les inspiramos, crean sus culturas y tradiciones con base a nuestra propia naturaleza – respondió él
El príncipe se quedó mirándola tiernamente y posó su mano en el hombro de la chica.
- Escúchame, Lili sé que extrañas a su familia en Costa Rica, pero créeme, todos somos familia, podemos encontrar abuelos, primos, hermanas, en todas partes, porque todos venimos de la misma tierra, es el mismo planeta, no hay divisiones, las nacionalidades y países son una ilusión inventada por las personas, pero eso no existe en realidad. Donde quiera que estés siempre tendrás familia.
El príncipe se sentó nuevamente en el tronco y otra vez tocó su tambor con sus ojos cerrados, pero de pronto la tierra se levantó como en un tornado y cuando volvió a caer al piso el príncipe ya no estaba.
Ya era diciembre y todo relucía con decoraciones navideñas y luces. Resulta ser que en Gales la gente tiene como tradición dar tarjetas navideñas a todos y las colocan sobre un cordel como forma de decoración, así que Lili y su mamá colocaron las tarjetas navideñas que les regalaban en un cordel, muchas eran de las amigas de la escuela de Lili quienes le habían dado tarjetas, además hicieron un centro de mesa con velas, además de bellotas y ramas que encontraron en el camino.
Había una vecina muy ancianita llamada Shirley, ella vivía sola en su departamento y a quien su madre había empezado a saludar y con el tiempo se tenían mucha confianza, tanto que por lo menos una vez a la semana tomaban el té con “biscuits”, que es como les llaman allá a las galletas. A inicios de diciembre, Lili y sus padres ayudaron a la Shirley a decorar, ella tenía miles de adornos navideños no podía ponerlos todos. Ella tenía dos árboles de navidad artificiales, uno verde y otro plateado que tenía luces, Shirley le preguntó a Lili que cual de los dos árboles quería porque ella sólo necesitaba uno, el otro podía prestárselo para que decorara su casa. Lili escogió el plateado con luces y cuando lo pusieron en su apartamento, Lili lo decoró con sus muñecos de peluche, algunos los había traído de Costa Rica, otros los había comprado ahí, así que tuvieron una casa bellamente decorada para la ocasión.
Esa navidad la pasaron con Shirley, quien los invitó a una deliciosa cena navideña, intercambiaron regalos y hablaron por videollamada a Costa Rica. Todo estuvo super bien, Lili descubrió que no había sido tan terrible como ella pensaba, tuvo a sus amigos en la escuela con quienes jugó “Secret Santa”, o sea “Amigo secreto” como le decimos en Costa Rica. De repente Lili comprendió las palabras del príncipe “donde sea que estés siempre hallarás a la familia”.
Los días fríos ya iban pasando y poco a poco los días volvían a ser claros de nuevo. Los meses pasaban y Lili de vez en cuando veía al espíritu del aire que había conocido antes, luego a veces escuchaba al príncipe con su tambor, en otras estaba la princesa china con su erhu. Ella amaba ir a la escuela, de vez en cuando salía con sus amigas a comer pizza y hablar al parque junto a la Catedral en el centro del pueblo. A veces pensaba en lo triste que estaba cuando dejó Costa Rica para ir allí, no quería para nada ir, pero ahora ese lugar también se había vuelto su hogar y sus amigos y Shirley como su familia.
Poco a poco se acercaba el tiempo en que tendría que volver a Costa Rica y ahora se empezaba a sentir mal por tener que dejar la vida que había logrado hacer en Gales, tenía miedo de que sus amigos la olvidaran y ya no se volverían a ver.
Era primavera y había florecillas por todos lados, como de costumbre cruzaba el camino en medio del bosque para llegar a la escuela, cuando de pronto escuchó un sonido extraño, eso sí que era nuevo. Siguió el sonido hasta que llegó a un claro donde había un risco, ahí subido en una piedra había un hombre que parecía un indígena, tenía en su cabeza un tocado de plumas de colores, usaba un taparrabo largo y decorado de colores, usaba adornos en su pecho que parecían de oro, y collares de semillas de colores y conchas, también los tenía en sus brazos muñecas y tobillos. - ¡Es un cacique!, pensó inmediatamente Lili. Él resoplaba una concha grande de caracol marino, de esas en las que se escucha el mar si te lo pones al oído. Él parecía dedicar su música al mar que se veía desde ese aquel sitio.
Ella se quedó mirándolo sin decir nada y cuando el cacique había terminado de tocar su melodía, bajó de la piedra donde se había subido y con cada paso que dada sonaban sus conchas y semillas del tobillo. Él se dirigió a la niña.
- ¡Hola! – dijo ella sonriendo, - supongo que eres un espíritu guardián del agua ¿cierto?
- Así es Lili –
Ambos se pusieron a conversar mientras caminaban juntos en dirección a la escuela.
- Si ustedes los espíritus de la naturaleza están en todos lados, ¿por qué no los había visto antes?, ¿por qué nadie puede verlos?, ¿por qué se me aparecen a mí solamente? - preguntaba ella.
- Sabia Lili, nosotros estamos en todas partes y les susurramos al oído a todos pero muy pocos están dispuestos a escuchar, muy pocos quieren tomarse el tiempo para ver, recuerdas a los monos que se asomaban por la ventana de tu casa, recuerdas el crujido de los árboles que se mecían con el vientos y parecían que hablaban entre sí, recuerdas aquella noche que volvías a tu casa en Monteverde y el potrero en el camino estaba lleno de luciérnagas, esos éramos nosotros, tu nos viste y nos escuchaste.
- Y dime, espíritu, que tienes para decirme… -preguntó Lili con un poco de temor.
- Lili ya sé que estas preocupada porque cuando se acabe este año tendrás que volver a Costa Rica. Pero déjame decirte algo, mira las olas del mar, ellas vienen y van, así son las experiencias de la vida, las personas vienen a nuestra vida y se van, siempre tendremos nuevos amigos, nuevas experiencias, nuevos recuerdos, pero tus verdaderos amigos siempre serán tus amigos y tus experiencias estarán contigo a donde quiera que vayas. El agua nos enseña a fluir y llevar nuestra presencia refrescante a donde quiera que vayamos. No tengas miedo al cambio, tus amigos de aquí siempre te recordarán y se pondrán en contacto, pero también vas a conocer nuevos amigos allá.
El año lectivo llegaba a su fin y Lili se despedía de sus amigos, dentro de poco regresaría a Costa Rica nuevamente. Tenía el recuerdo de sus pijamadas, la fiesta de disfraces de Halloween en donde Lili se vistió de “catrina tica” usando el traje de campesina típica de Costa Rica, recordaba lo bien que la habían pasado en un parque de aventuras al cual habían ido con la mamá de Marie, las veces que habían ido a comer juntos y las conversaciones que habían tenido en “su rincón” del colegio. Las veces que habían compartido con Shirley el té y lo bien que lo habían pasado. Estaba agradecida con los espíritus de la naturaleza por haberla acompañado en aquella travesía.